Amanece en Manhattan y Mario Vargas Llosa se tumba en su "sofá de lectura", acunado por los primeros destellos del día que le llegan hasta su mirador privilegiado en el piso 46. Al norte, la alfombra dorada y verde del Central Park; y al oeste, los reflejos acristalados del Hudson, entre el bosque de rascacielos.
Son los únicos momentos apacibles del día, cuando no suenan los teléfonos, cuando todo parece volver mágicamente a la "metódica rutina del escritor" que precedió al pandemónium del Nobel.
"No sé si voy a llegar entero al Premio", reconoce Vargas Llosa, en una entrevista en exclusiva que concede a la revista Telva en la antesala de su cita del 10 de diciembre en Estocolmo.
"De todo esto me queda una gran satisfacción... acompañada de una inmensa fatiga. He pasado por momentos muy tensos en mi vida, pero siempre había sido capaz de concentrarme para trabajar. Ahora no. Tengo tal exceso de cosas en la cabeza que me cuesta muchísimo escribir. Espero que sea pasajero".
El revuelo está interfiriendo incluso en su capacidad para leer, a pesar de los madrugones ("me bastan con cuatro o cinco horas de descanso") y de su afán por encontrar la quietud perdida. Tal día como hoy abre las páginas de "Neruda, una lectura psicoanalítica", de Noel Altamirano, y luego nos recordará cómo el poeta chileno fue uno de los fantasmas más queridos de su infancia...
Sus padres
"A mi madre (Dora) la recuerdo leyendo poesía con los ojos llenos de lágrimas. De Neruda tenía en su velador un libro que eran los 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', que a mí me había prohibido leer. Por supuesto, aquello le dio un atractivo aún mayor al libro, y yo recuerdo haberlo leído de niño a escondidas. Neruda se vinculó desde entonces a la idea de la prohibición y se fue convirtiendo para mí en un personaje mítico”.
De su padre (Ernesto) recuerda su presencia autoritaria y su empeño obstinado en que no fuera escritor: "Yo viví con la familia de mi madre y pasé gran parte de mi infancia en Bolivia. A mi padre lo conocí cuando tenía once años, no sabía siquiera que existiera, me habían hecho creer que había muerto. De modo que mis padres se reconciliaron y mi vida dio un cambio de rumbo muy grande.
Mi padre tenía una personalidad muy fuerte. Y no quería que me dedicara a la literatura, pensaba que era una actividad poco alimenticia, una cosa de bohemios... Por eso me metió en el colegio militar Leoncio Prado. Y más bien consiguió lo contrario: me dio el tema para mi primera novela, “La ciudad y los perros".
Sus libros
La literatura tuvo pues "el atractivo de lo prohibido" para Vargas Llosa, capaz de recordar a sus 74 años el fogonazo repentino que le supuso la lectura, la entrada en ese universo paralelo que habitaron el vizconde de Bragelonne y los mosqueteros de Dumas, desplazados luego por Jean Valjean, el inspector Javert y todo el micromundo de 'Los Miserables'. Y así hasta llegar al flechazo parisino de su juventud: "Descubrí a Flaubert en una librería que ya no existe, la Joie de Lire".
"Recuerdo haber leído 'Madame Bovary' en estado de trance. Y después haberme empapado con fruición de toda su correspondencia, y haber descubierto que el genio de Flaubert fue fruto de una disciplina y una terquedad por el trabajo. Él me ayudó a descubrir el escritor que yo quería ser".
"¿El último libro es el más querido?", le preguntamos a Vargas Llosa, con la tinta reciente de 'El sueño del celta'. "El último libro es el que siempre quisieras que fuera el mejor... pero todavía menos bueno que el que piensas escribir".
Pese a la losa del Nobel, el 'escribidor' promete seguir siendo fiel a la actitud psicológica que le ha llevado hasta aquí: "Tener la sensación de que lo principal está aún por hacer... Si tienes la conciencia de que lo principal ya lo has hecho, eso es desalentador. Te hace perder la vida".
Los libros más queridos son pues "los más sufridos", incluido el último, y en compañía de 'Conversación en la Catedral', 'La guerra del fin del mundo' y 'La fiesta del chivo', por lo que tienen de inmersión en mundos ajenos... "A veces te encuentras con personajes novelescos como Roger Casement, y te parece increíble que no le hayan sacado partido hasta ahora".
"Hay alguna novela inspirada en él en Irlanda, pero un personaje tan rico en aventuras y misterios parecía que me estaba esperando... Y es cierto, la soberanía individual vuelve a estar ahí. 'El sueño del celta' se puede interpretar como un alegato contra el colonialismo y otras formas de opresión contra libertad personal, como la propia homosexualidad del protagonista".
'Cartografía de las estructuras del poder'
Le pedimos a Vargas Llosa que nos 'traduzca' lo que la Academia ha querido decir con eso de las "cartografía de las estructuras del poder"... "Seguramente quiere decir que en mis novelas ha habido un esfuerzo por definir el poder y todos sus mecanismos, su cara visible y su realidad invisible. Y en ellas hay casi siempre rebeldes, gente que lucha contra el sistema".
Por ahí irá posiblemente el discurso, aunque el Nobel guarda con celo su contenido y suspira por encontrar el equilibrio perdido para poder rematarlo a tiempo. Entre las felicitaciones que más calurosamente recuerda, por cierto, está la de José Luis Rodríguez Zapatero: "Me dijo: "Mario, está pasando algo raro porque tu premio lo está celebrando tanto la derecha como la izquierda, y eso es algo que nunca ocurre en este país".
A Perú volverá como de costumbre cuando entre el invierno, y por el camino seguirá diciendo lo que hasta ahora: "El gran peligro para la democracia en América latina es Chávez, pero ahora mismo está con menos posibilidades de hacer daño que en el pasado. Lo cierto es que en América latina tenemos menos dictaduras que en el pasado, muchos más gobiernos democráticos y alguna que otra "semidictadura"... Pero si se hace la suma y la resta, la diferencia es grande y más bien positiva”.
De refilón, Vargas Llosa se adentra en la política de su país anfitrión y explica el fenómeno del Tea Party "como un rechazo a la elefantiasis del estado y una apelación a los derechos individuales que están en las raíces de la independencia de Estados Unidos". El escritor advierte, sin embargo, de la presencia de 'grupúsculos y sectas' que han radicalizado el movimiento y que "pueden causar a la larga más problemas al Partido Republicano que al Demócrata".
A punto de concluir su estancia como profesor visitante en Princeton, Vargas Llosa ve la reciente inquina contra los hispanos en EEUU como algo pasajero: "El inmigrante es siempre el chivo expiatorio por naturaleza, y más en momentos de crisis económica.
Yo me pregunto qué sería de este país si los inmigrantes no se presentara al trabajo un solo día: se quedaría paralizado (...) Pese a lo ocurrido en los últimos años, es impresionante ver cómo nuestra lengua ha echado raíces en todas las esferas. Estados Unidos está empezando a ser un país bilingüe".
Fuente: ElMundo
Son los únicos momentos apacibles del día, cuando no suenan los teléfonos, cuando todo parece volver mágicamente a la "metódica rutina del escritor" que precedió al pandemónium del Nobel.
"No sé si voy a llegar entero al Premio", reconoce Vargas Llosa, en una entrevista en exclusiva que concede a la revista Telva en la antesala de su cita del 10 de diciembre en Estocolmo.
"De todo esto me queda una gran satisfacción... acompañada de una inmensa fatiga. He pasado por momentos muy tensos en mi vida, pero siempre había sido capaz de concentrarme para trabajar. Ahora no. Tengo tal exceso de cosas en la cabeza que me cuesta muchísimo escribir. Espero que sea pasajero".
El revuelo está interfiriendo incluso en su capacidad para leer, a pesar de los madrugones ("me bastan con cuatro o cinco horas de descanso") y de su afán por encontrar la quietud perdida. Tal día como hoy abre las páginas de "Neruda, una lectura psicoanalítica", de Noel Altamirano, y luego nos recordará cómo el poeta chileno fue uno de los fantasmas más queridos de su infancia...
Sus padres
"A mi madre (Dora) la recuerdo leyendo poesía con los ojos llenos de lágrimas. De Neruda tenía en su velador un libro que eran los 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', que a mí me había prohibido leer. Por supuesto, aquello le dio un atractivo aún mayor al libro, y yo recuerdo haberlo leído de niño a escondidas. Neruda se vinculó desde entonces a la idea de la prohibición y se fue convirtiendo para mí en un personaje mítico”.
De su padre (Ernesto) recuerda su presencia autoritaria y su empeño obstinado en que no fuera escritor: "Yo viví con la familia de mi madre y pasé gran parte de mi infancia en Bolivia. A mi padre lo conocí cuando tenía once años, no sabía siquiera que existiera, me habían hecho creer que había muerto. De modo que mis padres se reconciliaron y mi vida dio un cambio de rumbo muy grande.
Mi padre tenía una personalidad muy fuerte. Y no quería que me dedicara a la literatura, pensaba que era una actividad poco alimenticia, una cosa de bohemios... Por eso me metió en el colegio militar Leoncio Prado. Y más bien consiguió lo contrario: me dio el tema para mi primera novela, “La ciudad y los perros".
Sus libros
La literatura tuvo pues "el atractivo de lo prohibido" para Vargas Llosa, capaz de recordar a sus 74 años el fogonazo repentino que le supuso la lectura, la entrada en ese universo paralelo que habitaron el vizconde de Bragelonne y los mosqueteros de Dumas, desplazados luego por Jean Valjean, el inspector Javert y todo el micromundo de 'Los Miserables'. Y así hasta llegar al flechazo parisino de su juventud: "Descubrí a Flaubert en una librería que ya no existe, la Joie de Lire".
"Recuerdo haber leído 'Madame Bovary' en estado de trance. Y después haberme empapado con fruición de toda su correspondencia, y haber descubierto que el genio de Flaubert fue fruto de una disciplina y una terquedad por el trabajo. Él me ayudó a descubrir el escritor que yo quería ser".
"¿El último libro es el más querido?", le preguntamos a Vargas Llosa, con la tinta reciente de 'El sueño del celta'. "El último libro es el que siempre quisieras que fuera el mejor... pero todavía menos bueno que el que piensas escribir".
Pese a la losa del Nobel, el 'escribidor' promete seguir siendo fiel a la actitud psicológica que le ha llevado hasta aquí: "Tener la sensación de que lo principal está aún por hacer... Si tienes la conciencia de que lo principal ya lo has hecho, eso es desalentador. Te hace perder la vida".
Los libros más queridos son pues "los más sufridos", incluido el último, y en compañía de 'Conversación en la Catedral', 'La guerra del fin del mundo' y 'La fiesta del chivo', por lo que tienen de inmersión en mundos ajenos... "A veces te encuentras con personajes novelescos como Roger Casement, y te parece increíble que no le hayan sacado partido hasta ahora".
"Hay alguna novela inspirada en él en Irlanda, pero un personaje tan rico en aventuras y misterios parecía que me estaba esperando... Y es cierto, la soberanía individual vuelve a estar ahí. 'El sueño del celta' se puede interpretar como un alegato contra el colonialismo y otras formas de opresión contra libertad personal, como la propia homosexualidad del protagonista".
'Cartografía de las estructuras del poder'
Le pedimos a Vargas Llosa que nos 'traduzca' lo que la Academia ha querido decir con eso de las "cartografía de las estructuras del poder"... "Seguramente quiere decir que en mis novelas ha habido un esfuerzo por definir el poder y todos sus mecanismos, su cara visible y su realidad invisible. Y en ellas hay casi siempre rebeldes, gente que lucha contra el sistema".
Por ahí irá posiblemente el discurso, aunque el Nobel guarda con celo su contenido y suspira por encontrar el equilibrio perdido para poder rematarlo a tiempo. Entre las felicitaciones que más calurosamente recuerda, por cierto, está la de José Luis Rodríguez Zapatero: "Me dijo: "Mario, está pasando algo raro porque tu premio lo está celebrando tanto la derecha como la izquierda, y eso es algo que nunca ocurre en este país".
A Perú volverá como de costumbre cuando entre el invierno, y por el camino seguirá diciendo lo que hasta ahora: "El gran peligro para la democracia en América latina es Chávez, pero ahora mismo está con menos posibilidades de hacer daño que en el pasado. Lo cierto es que en América latina tenemos menos dictaduras que en el pasado, muchos más gobiernos democráticos y alguna que otra "semidictadura"... Pero si se hace la suma y la resta, la diferencia es grande y más bien positiva”.
De refilón, Vargas Llosa se adentra en la política de su país anfitrión y explica el fenómeno del Tea Party "como un rechazo a la elefantiasis del estado y una apelación a los derechos individuales que están en las raíces de la independencia de Estados Unidos". El escritor advierte, sin embargo, de la presencia de 'grupúsculos y sectas' que han radicalizado el movimiento y que "pueden causar a la larga más problemas al Partido Republicano que al Demócrata".
A punto de concluir su estancia como profesor visitante en Princeton, Vargas Llosa ve la reciente inquina contra los hispanos en EEUU como algo pasajero: "El inmigrante es siempre el chivo expiatorio por naturaleza, y más en momentos de crisis económica.
Yo me pregunto qué sería de este país si los inmigrantes no se presentara al trabajo un solo día: se quedaría paralizado (...) Pese a lo ocurrido en los últimos años, es impresionante ver cómo nuestra lengua ha echado raíces en todas las esferas. Estados Unidos está empezando a ser un país bilingüe".
Fuente: ElMundo