El hijo del Carnicero de Mauthausen relata a EL PAÍS cómo se descubrió su fortuna
Alexander Dettling, el policía de Stuttgart que dirigía la búsqueda del criminal nazi Aribert Heim, descolgó el teléfono en marzo de 1997 e hizo una llamada en la que había depositado esperanzas. Marcó el número de Rüdiger, el hijo del Doctor Muerte, y le tendió el anzuelo: "Quiero comunicarle la existencia de una cuenta a nombre de su padre en Berlín por valor de 1.400.000 marcos alemanes. No quiero comprarle, pero si su padre está muerto sus herederos cobrarán este dinero".
Rüdiger Heim, de 52 años, hijo del Carnicero de Mauthausen, donde permanecieron presos unos 8.000 españoles, describe así cómo él y su madre se enteraron de la existencia de una cuenta corriente en un banco alemán que se ha presentado como la última pista para localizar al hombre que asesinó a miles de judíos. "Al día siguiente, el abogado Karlheinz Sendke, tutor en ausencia del Tribunal de Tutelas de Berlín, me confirmó la existencia del dinero", relata Rüdiger a EL PAÍS.
Lo hizo mediante una carta en la que le informaba de que la cuenta administraba entonces 1,4 millones de marcos procedentes de la venta del terreno Tile-Wardenberg-Strasse. Y añadía: "Por desgracia, aquí se desconoce si su padre está aún con vida. Si su padre hubiera fallecido, le agradecería que se ponga en contacto conmigo. Tan pronto su muerte sea comprobada por nosotros se desbloquearía el dinero y pertenecería a sus herederos".
La cuenta berlinesa de Heim tenía entonces más de nueve años de antigüedad. Se abrió en 1988; pero según asegura ahora su hijo, nunca se comunicó su existencia a la familia, ni a su abogado, ni a la prensa. El origen de aquella suma es una casa en Berlín, con 34 apartamentos de alquiler, que el Doctor Muerte había comprado en 1958. Desde 1979, año en que se formalizó contra el criminal la acusación del Tribunal de Baden-Baden, la casa estuvo embargada por la justicia alemana para lograr que el fugitivo, huido desde 1962, se entregara. Un tribunal en Berlín, facultado para expropiar a viejos nazis y creado por los aliados al terminar la Segunda Guerra Mundial, le había multado con 510.000 marcos alemanes, el valor estimado del edificio en aquella época.
"Desde entonces, este abogado nombrado por el tribunal administró la casa de mi padre. La tutela en ausencia fue necesaria porque el Tribunal de Baden-Baden no consintió la venta de la casa para pagar aquella multa. Quizá para garantizar futuros gastos administrativos que querían cobrarle una vez capturado. Nosotros siempre pensamos que el patrimonio de mi padre estaba perdido", explica su hijo.
En 1988, los inquilinos de la casa de alquiler protestaron por el estado del edificio, pero el embargo de la casa impedía su restauración. La presión de los vecinos logró que el Tribunal de Baden-Baden levantara la confiscación y vendiera el edificio de Heim. El precio de venta superó el valor estimado en 1979, y el excedente fue de nuevo embargado por el Tribunal de Jurados de Baden-Baden. El dinero se invirtió en fondos líquidos y acciones.
"Así nació la famosa cuenta de mi padre, de la que nunca supimos nada hasta la llamada de ese policía en 1997. Creían que mi padre ya habría muerto y utilizaron esa táctica para cerrar el caso. La policía se fabricó ella misma un indicio que tenía desde hacía 10 años. Jamás, ni mi hermano ni yo, hemos reclamado ese dinero", afirma Rüdiger.
Rüdiger Heim asegura tener vagos recuerdos de su padre. "Algún que otro flash, dice". Cuando el nazi huyó, él tenía seis años y medio. "Mi madre me dijo que mi padre tenía que trabajar en un hospital en Berlín. Yo la creí porque sólo era un niño. A los 15 años me empecé a hacer preguntas y comprendí que pasaba algo. Fue muy duro".
El Carnicero de Mauthausen conoció a su mujer en 1948 y un año después se casaron. Los dos trabajaban como médicos. "Mi madre no sabía nada de su historia y no sospechó porque no se ocultaba. Prueba de ello es que en 1948 jugaba en un equipo de hockey sobre hielo y quedaron subcampeones de Alemania. Los nombres de todos los jugadores salían en los periódicos. Se exponía al público. Publicaba trabajos en revistas médicas y estaba en contacto con médicos españoles y norteamericanos", recuerda su hijo.
El matrimonio Heim se instaló en 1955 en Baden-Baden. Lo hicieron en casa de los padres de ella. Allí trabajó como ginecólogo hasta 1962, el año de su fuga. "Nunca fue detenido. Mi tía, una hermana de mi padre, me contó que en 1961 un policía alemán vino a identificarlo a casa y que él le dijo: 'Sí, soy Aribert Heim y trabajé en Mauthausen'. En aquella época empezaron en Alemania los juicios de Auschwitz. Algunos testigos acusaban a mi padre. Había miles de casos con acusaciones de todo tipo. En 1962 se dictó su búsqueda y captura. Contactó con un abogado para saber qué podía hacer y huyó. Ésa es la versión que he recibido de mi familia".
Rüdiger Heim declina dar detalles sobre las causas del divorcio de sus padres. Una separación legal que sucedió en 1967, cinco años después de su desaparición. "Es algo íntimo, pero usted comprenderá que él ya no estaba. Se había ido". Su madre inició una nueva relación sentimental que todavía perdura. Madre e hijo viven juntos en su casa de Baden-Baden.
¿Han recibido ustedes alguna noticia de su padre durante estos 46 años de ausencia? "Entre 1963 y 1967 aparecieron en el buzón de casa dos cartas, supuestamente de él, donde decía: 'Estoy bien'. Desde entonces nunca más hemos vuelto a saber nada. En 2005 recibimos una carta parecida, pero era sólo una provocación. Venía a nombre de mi madre y estaba fechada en un pueblecito de la Costa Azul francesa donde se refugiaron muchos alemanes que huían del nazismo. No supimos nada de su paradero. Nunca hemos dicho que haya muerto. No quiero especular. El fiscal dice: 'El caso estará cerrado cuando tenga sobre mi mesa el cadáver de Heim'. Yo pienso igual".
A principios de 2005, Efraim Zuroff, cazanazis del Centro Simón Wiesenthal, presentó en Berlín la Operación Last Chance (la última oportunidad), y la vieja cuenta de Heim, embargada por el Tribunal de Baden-Baden en 1988, volvió a la actualidad. Ese mismo año, el Tribunal de Jurados de esa ciudad alemana envió una comisión rogatoria a España y otra a Suiza para que se investigaran supuestos pagos en favor del Doctor Muerte. La policía alemana seguía una pista falsa: el rastro de los 300.000 euros que Rüdiger entregó al pintor italiano Tano Pisano y a su esposa francesa Blandine Pellet, establecidos en Palafrugell (Girona), un matrimonio que desconocía que su amigo era hijo del criminal nazi. Aquellos pagos no eran para abonar los gastos de una residencia de ancianos en el Levante español, donde supuestamente vivía el criminal nazi, sino para la compra de cuadros, con los que Rüdiger decora edificios en Alemania.
Rüdiger asegura que los Mossos d'Escuadra presionaron a sus clientes para que le convencieran de que colaborara. "En la comisaría les dijeron que en caso contrario sus nombres saldrían en la prensa. Me pasaron el teléfono y el propio policía que llevaba el caso me dijo que tenían un problema con la prensa. Que yo podría ayudar a mis amigos. Bastaría decirles dónde se encuentra Aribert Heim. No fui nada diplomático y le pregunté si en España estaban bajo el mando de la prensa o de la Constitución". Las investigaciones abiertas en España y Suiza resultaron un fiasco. Los pagos eran legales, estaban justificados y nadie había tocado un marco de la vieja cuenta del Carnicero de Mauthausen porque continúa embargada. El Tribunal de Baden-Baden lo reconoce en un documento fechado el pasado 18 de julio.
"Hace pocos días, la policía llamó a un primo mío", comenta Rüdiger. El caso sigue abierto.
Fuente: ElPais
Alexander Dettling, el policía de Stuttgart que dirigía la búsqueda del criminal nazi Aribert Heim, descolgó el teléfono en marzo de 1997 e hizo una llamada en la que había depositado esperanzas. Marcó el número de Rüdiger, el hijo del Doctor Muerte, y le tendió el anzuelo: "Quiero comunicarle la existencia de una cuenta a nombre de su padre en Berlín por valor de 1.400.000 marcos alemanes. No quiero comprarle, pero si su padre está muerto sus herederos cobrarán este dinero".
Rüdiger Heim, de 52 años, hijo del Carnicero de Mauthausen, donde permanecieron presos unos 8.000 españoles, describe así cómo él y su madre se enteraron de la existencia de una cuenta corriente en un banco alemán que se ha presentado como la última pista para localizar al hombre que asesinó a miles de judíos. "Al día siguiente, el abogado Karlheinz Sendke, tutor en ausencia del Tribunal de Tutelas de Berlín, me confirmó la existencia del dinero", relata Rüdiger a EL PAÍS.
Lo hizo mediante una carta en la que le informaba de que la cuenta administraba entonces 1,4 millones de marcos procedentes de la venta del terreno Tile-Wardenberg-Strasse. Y añadía: "Por desgracia, aquí se desconoce si su padre está aún con vida. Si su padre hubiera fallecido, le agradecería que se ponga en contacto conmigo. Tan pronto su muerte sea comprobada por nosotros se desbloquearía el dinero y pertenecería a sus herederos".
La cuenta berlinesa de Heim tenía entonces más de nueve años de antigüedad. Se abrió en 1988; pero según asegura ahora su hijo, nunca se comunicó su existencia a la familia, ni a su abogado, ni a la prensa. El origen de aquella suma es una casa en Berlín, con 34 apartamentos de alquiler, que el Doctor Muerte había comprado en 1958. Desde 1979, año en que se formalizó contra el criminal la acusación del Tribunal de Baden-Baden, la casa estuvo embargada por la justicia alemana para lograr que el fugitivo, huido desde 1962, se entregara. Un tribunal en Berlín, facultado para expropiar a viejos nazis y creado por los aliados al terminar la Segunda Guerra Mundial, le había multado con 510.000 marcos alemanes, el valor estimado del edificio en aquella época.
"Desde entonces, este abogado nombrado por el tribunal administró la casa de mi padre. La tutela en ausencia fue necesaria porque el Tribunal de Baden-Baden no consintió la venta de la casa para pagar aquella multa. Quizá para garantizar futuros gastos administrativos que querían cobrarle una vez capturado. Nosotros siempre pensamos que el patrimonio de mi padre estaba perdido", explica su hijo.
En 1988, los inquilinos de la casa de alquiler protestaron por el estado del edificio, pero el embargo de la casa impedía su restauración. La presión de los vecinos logró que el Tribunal de Baden-Baden levantara la confiscación y vendiera el edificio de Heim. El precio de venta superó el valor estimado en 1979, y el excedente fue de nuevo embargado por el Tribunal de Jurados de Baden-Baden. El dinero se invirtió en fondos líquidos y acciones.
"Así nació la famosa cuenta de mi padre, de la que nunca supimos nada hasta la llamada de ese policía en 1997. Creían que mi padre ya habría muerto y utilizaron esa táctica para cerrar el caso. La policía se fabricó ella misma un indicio que tenía desde hacía 10 años. Jamás, ni mi hermano ni yo, hemos reclamado ese dinero", afirma Rüdiger.
Rüdiger Heim asegura tener vagos recuerdos de su padre. "Algún que otro flash, dice". Cuando el nazi huyó, él tenía seis años y medio. "Mi madre me dijo que mi padre tenía que trabajar en un hospital en Berlín. Yo la creí porque sólo era un niño. A los 15 años me empecé a hacer preguntas y comprendí que pasaba algo. Fue muy duro".
El Carnicero de Mauthausen conoció a su mujer en 1948 y un año después se casaron. Los dos trabajaban como médicos. "Mi madre no sabía nada de su historia y no sospechó porque no se ocultaba. Prueba de ello es que en 1948 jugaba en un equipo de hockey sobre hielo y quedaron subcampeones de Alemania. Los nombres de todos los jugadores salían en los periódicos. Se exponía al público. Publicaba trabajos en revistas médicas y estaba en contacto con médicos españoles y norteamericanos", recuerda su hijo.
El matrimonio Heim se instaló en 1955 en Baden-Baden. Lo hicieron en casa de los padres de ella. Allí trabajó como ginecólogo hasta 1962, el año de su fuga. "Nunca fue detenido. Mi tía, una hermana de mi padre, me contó que en 1961 un policía alemán vino a identificarlo a casa y que él le dijo: 'Sí, soy Aribert Heim y trabajé en Mauthausen'. En aquella época empezaron en Alemania los juicios de Auschwitz. Algunos testigos acusaban a mi padre. Había miles de casos con acusaciones de todo tipo. En 1962 se dictó su búsqueda y captura. Contactó con un abogado para saber qué podía hacer y huyó. Ésa es la versión que he recibido de mi familia".
Rüdiger Heim declina dar detalles sobre las causas del divorcio de sus padres. Una separación legal que sucedió en 1967, cinco años después de su desaparición. "Es algo íntimo, pero usted comprenderá que él ya no estaba. Se había ido". Su madre inició una nueva relación sentimental que todavía perdura. Madre e hijo viven juntos en su casa de Baden-Baden.
¿Han recibido ustedes alguna noticia de su padre durante estos 46 años de ausencia? "Entre 1963 y 1967 aparecieron en el buzón de casa dos cartas, supuestamente de él, donde decía: 'Estoy bien'. Desde entonces nunca más hemos vuelto a saber nada. En 2005 recibimos una carta parecida, pero era sólo una provocación. Venía a nombre de mi madre y estaba fechada en un pueblecito de la Costa Azul francesa donde se refugiaron muchos alemanes que huían del nazismo. No supimos nada de su paradero. Nunca hemos dicho que haya muerto. No quiero especular. El fiscal dice: 'El caso estará cerrado cuando tenga sobre mi mesa el cadáver de Heim'. Yo pienso igual".
A principios de 2005, Efraim Zuroff, cazanazis del Centro Simón Wiesenthal, presentó en Berlín la Operación Last Chance (la última oportunidad), y la vieja cuenta de Heim, embargada por el Tribunal de Baden-Baden en 1988, volvió a la actualidad. Ese mismo año, el Tribunal de Jurados de esa ciudad alemana envió una comisión rogatoria a España y otra a Suiza para que se investigaran supuestos pagos en favor del Doctor Muerte. La policía alemana seguía una pista falsa: el rastro de los 300.000 euros que Rüdiger entregó al pintor italiano Tano Pisano y a su esposa francesa Blandine Pellet, establecidos en Palafrugell (Girona), un matrimonio que desconocía que su amigo era hijo del criminal nazi. Aquellos pagos no eran para abonar los gastos de una residencia de ancianos en el Levante español, donde supuestamente vivía el criminal nazi, sino para la compra de cuadros, con los que Rüdiger decora edificios en Alemania.
Rüdiger asegura que los Mossos d'Escuadra presionaron a sus clientes para que le convencieran de que colaborara. "En la comisaría les dijeron que en caso contrario sus nombres saldrían en la prensa. Me pasaron el teléfono y el propio policía que llevaba el caso me dijo que tenían un problema con la prensa. Que yo podría ayudar a mis amigos. Bastaría decirles dónde se encuentra Aribert Heim. No fui nada diplomático y le pregunté si en España estaban bajo el mando de la prensa o de la Constitución". Las investigaciones abiertas en España y Suiza resultaron un fiasco. Los pagos eran legales, estaban justificados y nadie había tocado un marco de la vieja cuenta del Carnicero de Mauthausen porque continúa embargada. El Tribunal de Baden-Baden lo reconoce en un documento fechado el pasado 18 de julio.
"Hace pocos días, la policía llamó a un primo mío", comenta Rüdiger. El caso sigue abierto.
Fuente: ElPais